CERCEDILLA-PTO FUENFRÍA-VALSAÍN (Enero 2006)
Organizada por Teudiselo. FOTOS: Jesús Juárez y Virginia
Esta fue quizás una de las rutas más interesantes que hicimos durante el curso 06/07.

Salimos en tren hasta Cercedilla e iniciamos la marcha a pie por el camino de las dependencias de la Escuela de Montes. En el ascenso recorrimos parte de la carretera de la República (que nunca llegó a transitarse) y parte por la calzada romana (de la que hay expertos que dudan que este sea su auténtico trazado).

Antes de llegar al Puerto de la Fuenfría, se transita por varios puntos de interés: Ducha de los alemanes, Mirador de los Poetas, Reloj de Cela, Homenaje a los Poetas, Mirador de la Reina (que debería llamarse mirador de la República) o Pradera de Navarrulaque, punto especialmente interesante para nosotros ya que hay una encina plantada en memoria de Giner de los Ríos (encina inexistente y que deberemos volver para replantarla).

El descenso hacia Valsaín se realiza por un camino ancho y tramos de calzada romana. También en este descenso encontramos bastantes puntos de interés, además del precioso paisaje de pino silvestre: La Camorca, Casarás, fuente de la Reina (esta sí merece ese nombre), incluso visitamos un búnquer de la guerra civil llegando a Valsaín.

Reseña histórica:
El Puerto de la Fuenfría era un lugar de paso para las comitivas reales desde Madrid y El Pardo hasta Valsaín o Segovia. Allí mandó edificar Felipe II una curiosa «Casa de las Nieves», realizada por Hernán García entre 1565 y 1578 bajo la supervisión de Francisco de Eraso, conocida después como Casarás por corrupción popular del nombre de este secretario del rey. Muy cerca se encontraba la ermita de la Virgen de los Remedios y Casarás llegó a tener un uso conventual antes de llegar a convertirse en la ruina que vemos. La casa garantizaba el aprovisionamiento de nieve, tan necesaria en el siglo XVI para la conservación de pescados y carnes, pero, sobre todo, en la preparación de comidas y bebidas frías (los frigoríficos aún no se habían inventado...). La distribución se hacía por medio de recuas de caballerías cargadas con serones repletos de grandes «pastillas» de nieve apretada y dura, que luego se depositaban en los llamados «pozos de la nieve», situados en cada villa o ciudad, y en algunos palacios y conventos para su consumo

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